La capacidad para atender al discurso hablado, comprender, recordar y relacionar lo que se escucha, de tal manera que se den las respuestas apropiadas, involucra una serie de procesos intrincados que ocurren automáticamente en la mayoría de los individuos. Para que suceda una efectiva comunicación, el cerebro, a través de la red del sistema nervioso central, debe recibir, transmitir, descodificar, organizar y clasificar toda la información auditiva antes de llegar a la comprensión. La integración funcional para esa tarea tiene lugar de una manera rápida y precisa, aún cuando hay interferencias, como el ruido de fondo y otras alteraciones de la señal (la forma de hablar o el ambiente). Este fenómeno neurológico se suele llamar PROCESAMIENTO CENTRAL AUDITIVO.
Existe una disociación evidente entre los lados izquierdo y derecho del cerebro desde los primeros días de vida. La capacidad perceptivo-motora del habla se atribuye al hemisferio cerebral izquierdo en más del 90% de los adultos. Es decir, tiene mayor capacidad para discriminar la información sonora del sistema fonético de códigos, en otras palabras, para el manejo de los sonidos del habla. El derecho por su parte, descodifica las señales correspondientes a ruidos del ambiente, el timbre y el sistema rítmico-musical. Sin embargo, los dos deben actuar en perfecta armonía, ya que por ejemplo, el discurso hablado se compone de una serie de formantes sonoros muy específicos y de un ritmo dado; que en conjunto permiten la compresión del mensaje.
